una entrada de
letras de tom fabucu
agosto de 2021
Soy aprendiz de pescador de río. Antes pescaba en la mar cuando podía pasar unos días
seguidos allá. Supongo que no coincido con el tipo de pescador al uso. Me gusta tanto
el río como la mar pero éste lo tengo a pie de casa y non preciso de desplazarme en ve-
hículo para salir a dar una vuelta. Mi territorio de pesca llega hasta donde mis pies o mi
bicicleta me llevan.
Es una manera de adentrarse en los ríos y conocerlos mucho más al detalle; sus pozos, rabi-
ones, estancos, foces, plantas, árboles y animales, además de otros pescadores que me acon-
sejan (la mayoría ya jubilados).
Hay muchos tipos de pescador a los que quiero contar todo ésto sólo porque hay otra mane-
ra de entender el río y la pesca. No me tengo por ecologista (palabra denostada como tantas
por el mal uso y malos o tergiversados procederes). De las conversaciones y tertulias con
los pescadores y otras gentes en referencia a los ríos, he sacado mis teorías y aquí las ex-
preso:
Vivo en el campo y me gusta vivir aquí, donde se lleva una existencia más solitaria pero también
más desconectada de las modernidades y el barullo. Lo que saco del río ni lo guardo ni lo vendo,
ni lo regalo, lo preparo al día siguiente y me lo como, disfrutando con ello. En cuanto pesco una
trucha grande o dos decentes recojo la caña y abandono el lugar. No necesito más y desde luego
devuelvo las truchas pequeñas al agua aunque no pesco muchas pues pongo un anzuelo grande
para ellas. La gente me critica por ello pues recuerdan los tiempos de necesidad y en los que
abundaban las truchas y entonces todo se comía y nada se soltaba y ahora que se vive mejor la
disculpa para no hacerlo es que son más sabrosas las pequeñas, como ocurre con la sardina.
El río y el mar crean vicio, como la caza,
y cuantas veces han sido tema de disputa en las parejas o familias por el tiempo que se dedica a
ellas. Pero a algunas personas nos tiran estas actividades ancestrales una vez reencontrados con
la vida natural perdida. Procuro que ésto no me ocurra a pesar de que estar enganchado al aire libre.
Ahora hay menos peces debido a la presión ejercida sobre ellos de muchos modos ignorados o
conocidos (contaminación, envenenamientos, sacas, exceso de capturas, cambios en los ríos,...);
pero la emoción es mayor pues se alarga el tiempo entre las picadas y si no las hay, se disfruta del
paseo.